En 1994 conoció al padre de su hija Lourdes María, el que
en ese momento era su entrenador personal.
Comenzó a grabar el disco que supondría un gran cambio,
había sido machacada por su etapa sexual y suavizó su imagen
y el ritmo de sus canciones, sin dejar atrás la rebeldía.
Todos querían trabajar con ella: los raperos del momento, los DJs,
los productores, músicos, editores, diseñadores, ...
Este tema da título al disco y lo firma con la ecléctica Björk.
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